viernes, julio 11


[todo esto ocurre bajo una luna roja]

la extraña silueta que estabas a punto de parir
nacía del frío hambriento,
nacía bastarda en la ciudad triste,
nacía de este insoportable anochecer.

la extraña silueta que estabas a punto de parir
tenía las manos marcadas,
llevaba sangre en los labios
-un demonio muere en ellos-;
carga también una llanura, que le recubre como piel
piel amarilla-blanca-negra 
sobre la cual baila el viento,
-el mismo que borró a Roma del mapa-
y es sólo suya esa piel
suya;
la extraña silueta lleva nariz, ojos, y también orejas,
lleva brazos, lleva piernas;
éstas últimas añadidas a destiempo, 
-era imposible no hacerlo-

su forma ya no está incompleta
y ahora rasga la oscuridad,
l a p u e r t a d e l l a b e r i n t o s e e s t á p o r a b r i r
un mudo grito proclama el nacimiento,
l a p u e r t a d e l l a b e r i n t o s e e s t á p o r a b r i r
con veintiocho horas encima, y atraída por una ventana azul
pedía la extraña silueta se deje correr
de una vez por todas el telón y empiece a amanecer

¡la puerta del laberinto está abierta!

la extraña silueta que te tocó parir
lleva también una tarde bajo la lluvia, dibujada en una canción,
lleva dibujada en su cuerpo también una constelación;
una nueva topografía
cuyo paisaje nace en latidos dibujados en una pantalla,
continuado con montañas-montes-montañas
y que desemboca en un océano que cambia, en estos momentos, de estación

la extraña silueta, me es aún más cercana

[queda esperanza en saber que has desaparecido, o has de desaparecer]